Introducción
Nos encontramos en verano, una época del año muy importante a la hora de controlar la hidratación en nuestro cuerpo.
¿Sabías que nuestro organismo contiene entre un 60-70% de agua?
Claro que dependiendo de la edad, varía el porcentaje, cuando somos más jóvenes, el contenido de agua es mayor y conforme vamos envejeciendo se reduce.
Las pérdidas de un individuo adulto oscilan entre los 2.600ml-3.100ml de agua entre orina (1.500ml), heces (200ml), respiración (600ml) y traspiración (600ml). Estas pérdidas se compensan a través de la alimentación no líquida (1.000ml) y por la producción del metabolismo oxidativo; el resto se recupera a través de los líquidos que ingerimos.
Determinar la cantidad de agua que debe ingerir cada persona es delicado, puesto que las necesidades varían de un individuo a otro, aunque se estima que entre 1.500ml y 2.000ml de líquido al día es lo ideal, se puede llegar a ingerir 3 litros si los requerimientos son mayores.
Cuando digo líquidos, me refiero en primer lugar al agua y después a zumos, refrescos, infusiones y sin tener en cuenta a la leche (que se considera alimento). Hay que tener cuidado con el exceso de refrescos y zumos que aportan demasiados azúcares y no son recomendables para personas con sobrepeso.
En cuanto a los deportistas, tienen unos requerimientos muy altos, sobre todo aquellos que practican ejercicio al aire libre y con temperaturas altas. En este caso, son interesantes las bebidas isotónicas que tienen la misma concentración de sales que nuestro organismo, con lo que a la par que hidratamos, aportamos los electrolitos perdidos. Pero estamos hablando de deportistas, esa costumbre de beber bebidas isotónicas en las comidas no es aconsejable, siempre hay que dar prioridad al agua.
¿Cuándo beber para una correcta hidratación en verano?
La sed es una sensación que emite el cerebro para avisarnos que necesitamos ingerir líquido.
Cuando tenemos sed es porque nuestro organismo ya ha perdido un 1% de líquidos, es decir que ya empezamos a estar deshidratados. Por ello es fundamental ser previsores con la ingesta de líquidos y beber agua sin que nuestro cerebro nos la pida.
Los signos de deshidratación son:
- Fatiga
- Sequedad de boca
- Debilidad
- Incluso mareo.
Hay que estar alerta con los mayores, que no suelen tener sensación de sed y con los bebés, que no pueden pedir agua y tienen unos requerimientos altos. También necesitan más líquidos los niños y las mujeres embarazadas.
Y algo muy típico de la estación estival es el consumo de bebidas alcohólicas con más frecuencia. Cuando se ingiere alcohol, el cuerpo se deshidrata. El alcohol inhibe el funcionamiento de las vasopresinas (ADH), que son hormonas anti diuréticas que controlan la reabsorción de las moléculas de agua mediante la concentración de la orina.
El agua se elimina en mayor cantidad al orinar, con lo que además de la pérdida de agua también se eliminan sales minerales y electrolitos necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Hasta nuestro cerebro se ve afectado, por ello los típicos dolores de cabeza al día siguiente de beber alcohol.
Para mí el agua es la bebida por excelencia, pero sé que hay muchas personas a las que beber agua les supone una purga, así que una idea para todas estas personas es preparar nuestra agua de bebida con